Para encontrar la felicidad, solo hay que dejar de buscarla

Hace algunos años, en esos días en que toda mi vida parecía tener un guion escrito sobre cómo “debía” ser yo y sobre cómo se suponía que “debían” ser las cosas, me parecía imposible y lejana la idea de pensar en una vida diferente a “tener” que estudiar, trabajar, seguir estudiando para hacer un posgrado, hablar otros idiomas, obtener las mejores notas, dormir pocas horas porque “mientras más esfuerzo mejores resultados”, correr para que llegaran los 30 y “estar” embarcada con hijos, trabajo estable y deudas y más deudas para poder cubrir las deseadas vacaciones de fin de año… TODAS esas comillas solo para resaltar las miles de imposiciones, trampas y presiones en que muchos seres humanos nos dejamos someter y nos la pasamos como viviendo en un espejismo en el que muchas veces nos sentimos atrapados y sin salida.

Y estaba bien…estaba bien para muchas personas, para esos diálogos colectivos que pretenden defender esos miles de condicionamientos en que nos movemos generación tras generación, donde eres juzgado y tildado de “quedado” si aún no andas medianamente cerca de llegar allí. El problema fue que nada de eso estuvo ni se sintió nunca bien para mí, o mejor dicho, el gran y mayor problema es que pasaba y seguía pasando el tiempo, sin que yo hiciera algo al respecto para sentirme mejor, para darme aunque fuera una oportunidad de replantearme ese guion nada excitante, por lo que seguía día tras día, cumpliendo horarios, deberes y peor aún, expectativas de todo el mundo… menos las mías.
Y está bien! Para muchos. Incluso, puede que esté perfectamente bien para ti, pero de eso solo puedes asegurarte tú, porque la verdad es que eso se siente, simplemente lo sabes. Por ejemplo, se siente en el nivel de dicha y satisfacción que tienes al llegar a la cama y no tener tu mente ni en los recuerdos del pasado, ni en la ansiedad imaginada del futuro; tu mente está ahí conectada con ese instante, tu vida está bien, te acuestas en paz. Sin embargo, alcanzar ese nivel de paz interna, casi siempre requiere más bien bastante caos.

Creo nunca haber sido una de esas personas que sabían encontrar su propia paz. Y es curioso porque en realidad, empecé a encontrarla en una situación que más incertidumbre, miedo, desesperación me trajo. Por eso quiero que sepas que cuando la vida te bota del banquito cómodo en el que estás y te desacomoda los planes, ACEPTALO… vive, siente, cuídate, escúchate, y sobretodo OBSERVA; Observa el drama, la incomodidad, el malestar que aparece no para fastídiate y hacerte sentir que eres “víctima” de la vida que te toco vivir, por el contrario, viene a decirte que hay otras opciones y si tu quisieras, ¡todo todito puede cambiar!
Trasciende la incomodidad, (porque te confieso que aunque a mí aún me cuesta) vale la pena. Porque es al afrontar ese tránsito incómodo cuando te puedes preguntar ¿Qué me hace falta para estar mejor? ¿Qué puedo hacer para cambiar esta situación? Y es entonces como empiezas a escucharte, a entender tus propias necesidades, a elegir hacer cosas que te hagan sentir mejor y sin tanta dificultad, a soltar algunas otras que vienen haciendo peso en tu andar.
No te quedes con las ganas, no te digas más excusas, deja de esperar que algo pase para que tu condición cambie y por complicado que sea, ¡ábrete a la posibilidad de encontrar el sentido de lo que sea que estés viviendo en este momento!

La felicidad no se encuentra a la vuelta de la esquina, en la siguiente pareja, en el matrimonio, cuando llegue el trabajo que sueñas o el día en que el otro cambie… Esta justo en tus manos cuando te abras a creer que tú eres capaz de brindarte todo lo que necesitas. Cada día es una oportunidad para experimentar la armonía y belleza de tu existencia solo observa a tu alrededor cada detalle, las cosas que ahora posees pero te cuesta apreciar, el buen funcionamiento de tu cuerpo, los abrazos que llegan sin pensar, la posibilidad de aprender algo nuevo y aunque te cueste verlo, obsérvate y cree en el inmenso potencial que hay en ti para diseñar la vida que hoy quieres y juras solo pueden tener otros, pero que en realidad en donde estas y con lo que tienes, tú también podrías materializar.

¿Qué bendición estás pasando desapercibida justo en la situación donde te encuentras en este momento? Serían difíciles de contar con las manos

¡Vive! Cuando menos te programas para ser feliz, es cuando inesperadamente lo serás.

Te abrazo con el corazón!.