Muchas personas llegan a mi consulta, con el gran interrogante sobre qué significa la parte holística de mi trabajo y como se ve reflejada en el proceso terapéutico, es por eso que hoy quiero compartir contigo una historia (no tan corta) que te invito- si de verdad te interesa leerla hasta el final- sobre mí, mi experiencia… y a través de ella contarte que significa la psicología holística/alternativa/integral.
La psicología fue mi puerta de entrada al camino de la sanación, el autodescubrimiento pero sobretodo mi primer acercamiento de lo que sería mi inagotable interés por el estudio y apreciación de la conciencia humana, su profundidad y la posibilidad de acceder al mundo interno del que paradójicamente siempre escapamos.
Nunca fui de esas personas que desde el principio de sus vidas saben lo que quieren ser/hacer o que se sienten destinadas a estudiar determinada profesión. Y si me preguntaran, les contaría que a los 16 años época en la que me gradué del colegio; estuve a poco de estudiar diseño de modas (amo la ropa, amo la moda) pero por influencia de los condicionamientos externos, en ese entonces conocí lo que por primera vez sería el miedo a no tener a futuro una “seguridad económica” porque básicamente de eso “moriría de hambre”. (No saben cómo me río ahora escribiendo esto jajaja y no por más, sino por el hecho de darme cuenta del miedo que ese ruido externo genera en nosotros y a la vez nos limita inadvertidamente a la hora de lanzarnos a tomar decisiones de manera autónoma). Sin cambiar de tema, lo que sí siempre intuí es que me gustaba ayudar, si estaba hecha para algo era para sentarme a escuchar apasionadamente, para empatizar con las emociones de todo el mundo y asegurarme de hacerle saber a las personas a mi alrededor que no estaban solas. Porque nunca lo estamos! A pesar de que en dicho momento-adoleciendo, perdida en la vida, con un diagnóstico de depresión y ansiedad- nadie me lo hubiera hecho saber a mí.
Y si ya sé que muchos colegas me leerán y dirán que “eso pensamos todos y que por eso decidimos hacernos profesionales de la psicología”. Y puede que si sea una razón, pero para mí significaba mucho más y era darme cuenta que si a algo quería dedicarme en la vida era a servir, servir al mundo, servir a la vida, servir al amor, procurando siempre hacer lo mejor por otros, saber acompañar a otras almas a construir su propio camino de confianza, bienestar, equilibrio: vivir una vida en paz.
No obstante, lo decepcionante de esta historia (muy personal) comienza justo acá: El por qué quise ir más allá de la psicología tradicional (aquí me refiero netamente al enfoque clínico de la psicología). Ahora sí, motivada (o resignada) de sentir que no podía salir sola por lo que estaba atravesando, me dediqué a solicitar asesoría psicológica, pasando exhaustivamente por 4 psicólogxs distintos, un diagnóstico por psiquiatría pero a la larga, sin respuestas, sin orientación, desesperada, confusa y con más interrogantes de lo normal, entre ellos ¿estoy estudiando una carrera en la cual, quienes se gradúan no han podido brindarme una verdadera ayuda profesional? Y si quieren saber que pasó, la verdad es que en esos intentos fallidos de terapia, me encontré con personas que con todo respeto hacían todo menos ayudar, escuchar. Nunca me sentí acogida en un entorno de confianza, salía con mi vulnerabilidad expuesta luego de extensas sesiones en que tan solo al hablar me sentía señalada y juzgada, que mejor prefería no hablar o finalmente, no volver.
Y reitero, esta fue mi experiencia personal. Pero a pesar de todo, yo seguía creyendo en la psicología y como estudiante aún, puedo decirles que gracias a ese tipo de experiencias supe el tipo de profesional que yo (no) quería ser y en un futuro próximo brindar una guía terapéutica como me hubiese gustado a mí encontrar.
Finalmente no pasó mucho tiempo para encontrarme en la vida con cosas esencialmente importantes. Por un lado, la vida me trajo destellos de esperanza, al iniciar un tratamiento médico desde la bioenergética (si, con un médico de verdad), quien por primera vez me hizo saber que es nuestro deber cuidar nuestro campo áurico (o energético) al ser el primer contacto que tenemos con el mundo externo. De esta forma, sin ser conscientes somos permeables a la influencia del entorno y me explicaba, que debía desarrollar mi capacidad para establecer sanos límites de muchas maneras y hacia muchas personas, para dejar de estar “cargándome” energética y emocionalmente hasta el punto de enfermarme. Según comprendía en ese entonces, me ayudaría a abordar las raíces emocionales de diversas sintomatologías como mis crisis de colon irritable, migrañas frecuentes, debilidad física, enseñándome a cuidarme más allá de lo netamente físico y lo más importante, sanando de forma natural, sin fármacos (los cuales nunca accedí a tomar) desde el abordaje de distintas alternativas terapéuticas. A la vez, y por otro lado, mi maestra, mi guía, la fui a encontrar en una terapeuta holística quien me ayudó a saber cómo sanar-me desde diversas técnicas de liberación emocional. Aprendí a respirar, a controlar mi angustia y la “ansiedad”, llevándome al origen donde se crearon muchas de las heridas que generaban tanto miedo, impotencia, dolor y lo que me habían diagnosticado como depresión. No te voy a mentir, fue un proceso arduo, de largo tiempo y entera voluntad, pero en el que fui entendiendo que de verdad necesitamos mirar hacia adentro y desenterrar todo lo que dejamos “reprimido” para sanar de verdad. Alternativas que trascienden el diálogo en consulta, es lo que tenemos!
Para mí esto se convertía en esperanza, una nueva oportunidad de ser y estar para otros. Y con esta claridad, empecé a formarme en diversas técnicas, adopté muchas más herramientas, me abrí a muchas otras miradas que estuvieran alineadas a ver al ser humano como un ser complejo y multi-dimensional en cuerpo, mente, emoción y conciencia espiritual.
A hoy, comprendo que todos los tropiezos y aprendizajes que viví en la búsqueda de una mejor calidad de vida, tenían un fuerte propósito: prepararme para acompañar a otros en sus procesos de expansión de conciencia, de volver a su esencia, a re-conocerse, re-encontrarse, re-descubrirse, disfrutar una vida de bienestar integral y con un propósito que de sentido a su existencia. Créeme, hay que abrirse a todas las posibilidades que propone la vida, porque cuando uno es todoterreno lo que sobran son caminos para andar.
Feliz día a todos mis colegas, pero también a todos aquellos que desde su profesión y labor eligieron tocar almas e iluminar los pasos de otros en su andar.
*Sanación holística: La esencia del ser humano no puede ser reducida, hay que percibirlo como un todo, apreciar el cuerpo, la mente pero sobre todo reflejar su espíritu y escuchar su corazón.
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