Conectar de manera auténtica requiere vulnerabilidad

La semana pasada tuve un encuentro de amigas. Fue una de esas tardes cálidas que incitan la apertura, un plan tranquilo con conversaciones que vienen y van, que se van alimentando de confianza, van contando de penas, alegrías, de luz pero también de oscuridad. Creo que a pesar de compartir junto a ellas hace varios años nuestras historias, sueños y frustraciones, ese día fue especial. Inesperadamente el lugar se fue convirtiendo en un espacio sagrado, en realidad fue sanador porque a pesar de sacar a flote heridas, miedos, inseguridades. Estuvimos allí, una frente a la otra, escuchando sin alguna intención puntual más que la de honrar cada historia y hacernos la vida más simple, más liviana.

Aunque hace ya muchos años, deje de conformarme con relaciones ligeras y vacías, aprendí que cuando tenemos un autoestima débil, nos conformamos con vínculos que poco nos aportan, nos dañan, nos hacen dudar de nosotros mismos pero que aceptamos y hasta creemos merecer.  Por lo general, cuando nos privamos la posibilidad de ser auténticos, generamos interacciones superficiales y no logramos abrirnos por completo a otros, terminamos siendo viajeros, turistas emocionales saltando entre interacciones fugaces que impiden el contacto profundo, desligándonos de conexiones que podrían ser alucinantes y a la vez muy reales.

Y no. No es fácil ser auténticos y confiar en otros para acceder a revelar el pasado y expresar las propias luchas en una sociedad donde nos enseñaron que estaríamos mejor si logramos “encajar”, cumplir expectativas externas y evitar cualquier rastro de sensibilidad. Pero la vida misma, nos muestra que lidiar con las cargas en soledad, solo nos trae más dolor y separación. La sensación interna de incomprensión, el vacío que se vuelve inexplorable y las secuelas psicológicas de aislamiento,  evitación social,  temor al rechazo, temor a ser burlados, van sosteniendo un círculo vicioso de distanciamiento que nos aleja incluso de nosotros mismos, provocando una fuerte “desconexión” e insensibilidad hacia el mundo; blindamos el corazón para sobrevivir y no sufrir, solo que se termina evitando todo menos el sufrimiento. Nos hacemos “fuertes” en una obligada soledad o logramos establecer vínculos débiles,  con expectativas de que sean otros quienes se hagan cargo de nuestros propios pesos, tarea con la que nadie nunca va a poder lidiar.

¿Entonces cómo no limitar una vida de conexiones auténticas?

De cada quien depende la construcción de relaciones sanas y conscientes. En la medida que nos hagamos responsables de abrir el corazón, de eliminar las barreras y defensas que creemos nos protegen, estaremos en la capacidad de sostener y permitirnos ser sostenidos, propiciando en colectivo espacios de contención y transformación sin otra intención más que la de estar plenamente en consciencia para sí mismos y para los otros. Cuando esto se hace difícil de alcanzar, el trabajo psicológico integral desde una visión holística, te permite revisar y transformar esos patrones relacionales no funcionales que se tornan repetitivos, atender tus necesidades emocionales y resolver los temores que te impiden abrirte genuinamente. Lograr escuchar en presencia plena validando sentires y pensamientos, da sentido a la vida, porque generamos que los espacios que habitamos sean seguros para sacar a flote las sombras que llevamos dentro,  ayudándonos a aligerar las cargas, a re significar nuestras narrativas del pasado y finalmente a transformar esa limitada realidad con nuevas comprensiones.

El trabajo empieza por nosotros mismos.  Primero debes vivirte en compasión, sosteniéndote en amor y sin auto señalamientos, para luego aprender a hacerlo con los demás.  Desarrolla tu capacidad de empatía escuchando sin juzgar, sin dar consejos no solicitados, simplemente aprende a estar. Revisa tu mundo interno,  expresando y sintiendo. Luego de esto, estarás listo para superar los retos que implica crear vínculos reales, esos que invitan a sobrepasar la superficialidad y acceder a las profundidades del alma, ese lugar donde se encuentra nuestra humanidad, donde tú y yo, somos los mismo, somos uno.

Te mando mucho amor auténtico y real💛